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Tu fraseologismo "optimismo pedorro" está como para
acuñarlo. Sí, Topogenario,
no vamos a coincidir un sinnúmero de veces, sí. Y esto lo celebro,
incluso lo prometo. Yo no conozco términos medios, medias tintas, y
sé que vos tampoco ni Luis,
y muchos otros de los autores. La lisonja o la condescendencia son
sucedáneos que no necesito. Ya me sobran otros defectos como para
indigestarme con estos. No creo que haya que redundar al respecto. No
necesito dar pruebas sobre esto ni Uds. a mí.
.-] Creo que el
asunto del término generacional ha quedado atrás. A mí nunca me
interesó. Tampoco ha sido necesario. El que necesite con apuro algún
membrete para ir a subastarse o para reemplazar con esto el talento
que no tiene como escritor, que se busque cualquier etiqueta absurda
y que deje de estar molestando al resto de los autores. Me hace falta
el tiempo suficiente para leer algunos libros que tengo pendientes y
para mi trabajo en la universidad como para estarme dando de cabeza
buscando un patronímico de mercado.
.-] Una buena parte de las
valoraciones críticas que circulan impunemente sobre determinada
obra o autor de esta generación, llevan en sus intestinos la falta
de una verdadera documentación. Me incluyo en eso, lo confieso. Lo
digo así: ninguno de nosotros (o la absoluta mayoría) se ha tomado
el tiempo mínimo para leer a sus contemporáneos. No nos leemos. Ya
sea por razones malsanas de personalismos, por falta de promoción de
la obra misma, o porque simplemente no se nos antoja, pero hay un
desconocimiento casi absoluto de lo que se está creando en conjunto.
Somos unos desconocidos textuales. De ahí que lo que se publiquen
sean conjeturas o especulaciones sobre tal o cual obra. De ahí que
lo que estúpidamente se acostumbre a hacer es atacar al autor, y no
refutar estéticamente su obra. No son argumentos inmanentes al
texto, sino parrafadas llenas de resentimiento o de elucubraciones.
De ahí que se guarden los comentarios [y este blog esté casi en
blanco] porque no tienen absolutamente nada qué decir, nada qué
argumentar más que injurias irrisorias o diatribas esquizofrénicas.
Dicho esto, ya es una obviedad afirmar la urgencia que representa [o
para los que lo creamos indispensable] un lectura detenida y con
fines estilísticos [o hedónica en su defecto] de las obras en
curso, pero una lectura al fin. Una vez que esta actividad esté
marcha dejaríamos de encontrarnos, tan a menudo, con evacuaciones
personales que no llevan a ninguna parte más que a los callejones
sin salida de la confusión de muchos.
.-] Si bien se han publicado alguno que otro texto crítico con méritos innegables, no hay que olvidar que únicamente son aproximaciones sobre el fenómeno, iniciaciones importantes. Incluso breviarios, guías de televisión. Libros de bolsillo. Uno de los riesgos que se corren con estas publicaciones [creo que el único, pero ya de hecho insoportable] es la aparición y legitimación de autores en un directorio como si fueran Horóscopos Literarios. Esto tampoco va para algún camino.
.-] No tengo ninguna ambición mediática, ni de protagonismo literario. Ya sobreabundan los mesías literarios que saben hacer bien su trabajo al respecto. Cuando tenga algo qué decir, lo voy a decir de la única forma que sé hacerlo.Por ahora, la intimidad con el texto es la única pretensión que tengo que declarar.
.-] Las verdaderas obras literarias de esta generación vienen en camino, Centinela. Seríamos demasiados pesimistas al pensar que esto era todo lo que había que ver, y que el agua se ha estancado. La literatura, incluso pese a nosotros mismos, sigue su caudal.
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